Hace 213 años, el 24 de septiembre de 1812, se libraba en las afueras de la ciudad de Tucumán una de las gestas más decisivas para la independencia argentina: la Batalla de Tucumán.

Al mando del Ejército del Norte, el general Manuel Belgrano había recibido órdenes del gobierno central de Buenos Aires de retroceder hacia Córdoba tras los reveses sufridos en el Alto Perú. Sin embargo, en una jugada tan audaz como arriesgada, Belgrano desobedeció las instrucciones y decidió presentar batalla en Tucumán, convencido de que en esas tierras encontraría apoyo popular y mejores condiciones para enfrentar a las tropas realistas.

El ejército realista, comandado por el brigadier Pío Tristán, superaba en número y en preparación a las fuerzas patriotas. Pero lo que parecía una desventaja se transformó en coraje: la población tucumana se volcó a la causa revolucionaria, colaborando con alimentos, caballos, armas caseras e incluso sumándose a la lucha. La ciudad entera se convirtió en bastión de resistencia.

Tras dos jornadas intensas de combate, la victoria fue para los revolucionarios. La retirada realista no solo significó un triunfo militar, sino también un golpe moral decisivo que reanimó la causa de la independencia en un momento crítico.

La Batalla de Tucumán demostró que la emancipación no era solo una empresa de ejércitos, sino también de pueblos dispuestos a defender su tierra y su futuro. Por eso, aquel septiembre de 1812 quedó grabado como un punto de inflexión: el día en que Belgrano y el pueblo del norte argentino torcieron el rumbo de la historia.

(PH: Cadena 9)